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domingo, 11 de marzo de 2018

Fabada norteña

Acabando el mes de agosto servidora, junto con mi media naranja y un puñado de amigos, nos encontrábamos en Olibhander, tienda de ultramarinos de postín en la Calle Mayor de Palencia,  comprando cecina y riberitas del Duero por aquello del "algo habrá que llevarse de recuerdo de este viajecito además de un imán para la nevera", que por cierto, no compré. En esto, que haciendo tiempo mientras esperaba turno, fui a fijarme en unos sacos de legumbres dispuestos en el suelo, llamaron mi atención el tamaño de las fabes. Le pregunté a la moza y me dijo: " lleveselas señora, son de la tierra y como todo lo que aquí se cría, de una calidad excelente". De allí que me fui con mi paquetón de kilo de fabes XXL a granel, junto con la promesa de invitar a la compaña cuando las cocinara, una vez llegado el invierno. 
Y aquí estamos, que un dia por otro las fabes guardadas y sin cocinar, hasta que dije " o nos las comemos o germinan". Así que este sábado me puse manos al fogón, aunque en realidad fue el jueves cuando comencé a gestionar el contundente plato.
Lástima que no tengamos una casa con un buen salón comedor donde meter a 20, porque hubo para repartir y se echó de menos al resto del grupo. Deberíamos hacer como los vascos y formar una sociedad gastronómica con su local para reuniones.

Delantal, buen pimentón de la Vera, y paciencia, mucha paciencia, eso es lo necesario para preparar este potaje tan rico.

Ingredientes para 6 comensales:

1/2 k de judías
2 chorizos asturianos
2 morcillas de cebolla
1 trozo de panceta
1 trozo lacón
1 cebolla
2 hojas de laurel
1 cucharadita de pimentón de la Vera
2 o 3 hebras de azafrán
Sal
Un chorrito de AOVE

En un recipiente bien grande ponemos las fabes en remojo con agua fría, un día antes de cocinarlas, es decir, 48h antes de cuando te las quieras comer. Primero se pondrán arrugaditas y luego comenzaran a hidratarse doblando su tamaño, volverán a ser lisas, preciosas.
En otro recipiente con agua templada y un poco de pimentón ponemos los chorizos y las morcillas.
Y en otro recipiente tambien con agua templada, la panceta y el lacon.
Cuando tengamos las fabes hitratadas, que ya habran pasado de 12 a 20 horas, estaremos listos para comenzar a cocinarlas.
Echamos las judías en una buena olla, cubrimos con agua mineral de botella, añadimos la cebolla cortada en 4 trozos, los chorizos, la panceta y el lacón, los ajos, las hojas de laurel, una cucharadita de pimentón, un chorrito de AOVE y las hebras de azafran que previamente habremos calentado 90s en el microondas y machacado con el mortero.
Cocinamos a fuego fuerte hasta que comience a hervir, le cortamos la coccion añadiendo un par de chorros de agua fria, bajamos el fuego y dejamos que se cocine a fuego lento durante unas 3 horas. Añadimos entonces las morcillas y dejamos media hora mas.
Probamos a ver si estan tiernas y rectificamos de sal.
Dejamos reposar mínimo 3-4 horas antes de servirlas para que se mezclen los sabores.
Recalentamos y podemos presentarla sacando y cortando los sacramentos en plato a parte.
Acompañar de sidra asturiana o un buen vino tinto, como el que nos obsequiaron nuestros invitados.

Tras el postre y la sobremesa, para acabar el dia y digerir las fabes decidimos dar un paseito nocturno por Ceuta, así que con la misma ropa de casa y sin mucha restauración cogí un buen plumas y nos fuimos a la calle donde nos sorprendió un caudaloso chaparrón que en menos de 20 segundos nos dejó empapados. Buscamos refugio en el Santuario de Javi San Martín que entre baile y cánticos nos  amenizó la velada hasta pasadas las 2 de la mañana, cuando la Virgen de la Cueva dió tregua para que volviéramos a casa caminando. 
Buena noche a pesar de la lluvia, mejor ambiente y excelente compañía con esos peregrinos cocinillas.



Buen provecho!