Subimos hasta Casares, a unos 20 minutos del litoral manilveño, para acabar en el mesón los Claveles junto a la iglesia parroquial de San Sebastián.
Casares es un pueblo a tener muy en cuenta en la ruta de locales y foráneos, además de por su esplendorosa y blanqueada belleza salvaje, vistas espectaculares y pan "pa mojá" de escándalo, por ser la cuna de Blas Infante, padre de la patria andaluza.
Nos pegamos un homenaje de padre y muy señor mío: cafés, tostadas de medio metro de pan morenito de Casares con lomo en manteca colorá a tuti plain (la venden en el mercado del pueblo). Y de postre, una ración de tortas de Casares.
Cómo de comida (española, claro) no le digo a nada que no, les metí mano y me comí...bueno, no quedó una. Por supuesto, al acabar, me fui derechita al tabernero a pedirle la receta.
La dejo aquí:
Medio kilo de harina de panadería, puede valer la de fuerza.
Un poco de levadura fresca o en su caso, química.
Una cucharadita de sal
Un vaso de agua tibia
Matalauva al gusto
Aceite para freír
Miel o azúcar para endulzar
Al lío:
Preparamos la masa formando un volcán con la harina y ponemos en el centro la sal, la levadura y vamos añadiendo el agua poco a poco amasando. La consistencia debe ser " que no se pegue a los dedos", parecida a la masa del pan.
La harina la compré en la panadería del pueblo, por aquello de garantizar el resultado de la receta.
Dejamos reposar una media horita tapada.
Pasado este tiempo vamos haciendo bolas, las aplastamos con el rodillo entre dos papeles de horno de forma que queden bien finas.
Calentamos el aceite, no demasiado para que se inflen bien y vamos friendo por ambas caras.
Endulzamos con miel o con azúcar y canela.
Si las comes recién hechas están blanditas además de calentitas. Si se enfrían, están crujientes😋
Riquísimas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario